Ansiedad y trastorno de pánico: ¿Qué son?
Descubre cuales son los síntomas y los tratamientos para la ansiedad y ataques de pánico.
PROBLEMAS DE ANSIEDAD
¿Qué es la ansiedad y el trastorno de pánico?
La ansiedad es una emoción humana natural que cumple una función adaptativa: nos prepara para enfrentar situaciones que percibimos como amenazantes. Sin embargo, cuando esta respuesta se vuelve excesiva o desproporcionada puede convertirse en un problema psicológico. En estos casos, la ansiedad deja de ser útil y comienza a interferir con nuestra calidad de vida.
Uno de los trastornos de ansiedad más intensos es el trastorno de pánico. Este se caracteriza por la aparición recurrente e inesperada de ataques o crisis de pánico, episodios breves e intensos de miedo extremo acompañados de síntomas físicos y cognitivos. Estos episodios generan en la persona una preocupación constante por sufrir otro ataque, lo que puede derivar en comportamientos de evitación y aislamiento.
¿Qué es un ataque de pánico?
Un ataque de pánico es una manifestación súbita de miedo o malestar intenso que alcanza su máxima expresión en minutos. Aunque suele durar entre 5 y 20 minutos, el impacto emocional puede extenderse por más tiempo. No todos los que experimentan un ataque de pánico desarrollan un trastorno de pánico, pero cuando estos episodios se vuelven recurrentes y generan cambios en el comportamiento, se pueden considerar un trastorno clínico y pueden requerir de ayuda profesional para solucionarlo.
Frecuentemente, estos problemas alcanzan su mayor gravedad cuando la persona comienza a sentir un miedo intenso ante la posibilidad de sufrir otro ataque de pánico, siendo el temor y la expectativa a sufrir nuevas crisis de pánico lo que acaba afectando a la calidad de vida.
En este sentido, es muy común que una persona con ataques de pánico comience a dejar de asistir a eventos sociales, tenga dificultades para acudir a su trabajo u otros problemas para realizar actividades cotidianas. Normalmente, todo este tipo de evitaciones se realizan por la ansiedad o expectativa de volver a sufrir un nuevo ataque de pánico y no poder escapar de la situación.
De esta forma, en muchos casos, son las rumiaciones ansiosas las que acaban cerrando cada vez más su círculo, generando una situación de desamparo al ver que sus intentos por controlar los síntomas no dan resultado, o incluso los empeoran. Este proceso crea un bucle negativo en el que el miedo al miedo se convierte en el eje central, reforzando la hipervigilancia hacia las sensaciones físicas y alimentando la percepción de vulnerabilidad ante el malestar emocional.
Síntomas frecuentes de la ansiedad y el trastorno de pánico
Tanto la ansiedad generalizada como los ataques de pánico pueden provocar síntomas físicos, emocionales y cognitivos. Algunos de los más comunes incluyen:
Síntomas físicos:
Palpitaciones o taquicardia
Sudoración excesiva
Temblores o sacudidas
Dificultad para respirar o sensación de ahogo
Opresión en el pecho
Mareos o sensación de inestabilidad
Náuseas o molestias abdominales
Sensación de calor o escalofríos
Síntomas cognitivos y emocionales:
Miedo a morir
Miedo a “volverse loco” o perder el control
Sensación de irrealidad o desconexión del entorno (desrealización)
Preocupación constante y pensamientos catastrofistas
En el caso del trastorno de pánico, estos síntomas ocurren de manera inesperada, sin un desencadenante evidente, y generan un temor persistente a que vuelvan a aparecer, lo que puede conducir a conductas de evitación (por ejemplo, evitar lugares donde ocurrió un ataque previo).
Intervenciones y técnicas psicológicas más utilizadas
El tratamiento psicológico del trastorno de pánico y los problemas de ansiedad ha mostrado una alta eficacia, especialmente con enfoques basados en la terapia cognitivo-conductual (TCC). Algunas de las intervenciones más comunes incluyen:
1. Psicoeducación
Se trata de informar al paciente sobre qué es la ansiedad, cómo funciona el sistema nervioso y qué ocurre durante un ataque de pánico. Esta comprensión reduce la confusión y el miedo, y sienta las bases para otras técnicas.
2. Reestructuración cognitiva
Ayuda al paciente a identificar y cuestionar pensamientos automáticos negativos o distorsionados, como “voy a morir” o “me va a dar un infarto”, reemplazándolos por interpretaciones más realistas y funcionales.
3. Exposición interoceptiva
Consiste en inducir de forma controlada los síntomas físicos de un ataque de pánico (por ejemplo, hiperventilar o girar rápidamente sobre uno mismo) para que la persona aprenda que estos síntomas, aunque molestos, no son peligrosos. Esto reduce el miedo a las sensaciones corporales.
4. Exposición en vivo o en imaginación
Se utiliza para enfrentar gradualmente situaciones temidas o evitadas, como salir solo o acudir a lugares concurridos, rompiendo el ciclo de evitación y aumentando la tolerancia al malestar.
5. Entrenamiento en relajación y respiración
Técnicas como la respiración diafragmática, la relajación muscular progresiva o la meditación ayudan a reducir la activación fisiológica y mejorar el manejo del estrés.
Conclusión
La ansiedad, cuando se vuelve persistente y desadaptativa, puede afectar seriamente el bienestar personal, especialmente en formas intensas como el trastorno de pánico. Reconocer los síntomas y buscar ayuda profesional es fundamental. Afortunadamente, existen tratamientos psicológicos altamente eficaces que permiten a las personas recuperar el control, reducir los síntomas y retomar una vida plena. La clave está en entender que la ansiedad no es una debilidad, sino una señal de que algo necesita ser atendido con cuidado, compasión y herramientas adecuadas.
Si sientes alguno de estos síntomas y crees que necesitas apoyo u orientación psicológica, no dudes en contactar con nosotros. Ofrecemos servicios de psicología online para ayudarte a superar tus dificultades con profesionales cualificados.